“Mi hermano me decía: ‘De aquí se sale muerto’”

Por Javier Rebolledo

Foto: Archivo diario La Nación. Universidad Diego Portales

“Mi hermano me decía: ‘De aquí se sale muerto’”

Es el hermano menor de Roberto, “El Wally”. Tenían un parecido extraordinario. Un metro noventa, ojos claros y hoy calvo. Fue su amigo y confidente. Haber formado parte de su vida para él fue “un honor”. A pesar de ello, afirma que su hermano “no fue un santo”, pero tampoco “un demonio”. Cuando lo mataron en 1989 llegó de los primeros. “Me tocó cerrarle los ojos”, recuerda. Luis encabezó la pompa fúnebre y en el cementerio dio un fuerte discurso sobre “las otras víctimas de la dictadura”. Hoy insiste en el mismo argumentando: dice que en Chile hubo una guerra en la que su hermano fue un agente disciplinado.

Por Javier Rebolledo

Nadie le saca de la cabeza que su hermano, Roberto Fuentes Morrison, “El Wally”, fue asesinado en una acción conjunta entre el Frente Patriótico Manuel Rodríguez Autónomo (FPMR-A) y el Ejército, específicamente su sección de inteligencia, producto del crimen de Tucapel Jiménez, perpetrado en 1982, con un arma que era de “El Wally”, pero que él no disparó, sino los agentes del Ejército. “Mi hermano fue el primer oficial en declarar ante el ministro Carlos Cerda. Si hubiera vivido, estoy seguro que habría contado todo, eso era tremendamente incómodo para muchos”, afirma.

Una de sus labores hoy es escribir sobre su hermano, mostrando otra cara de los hechos, textos que publica en Internet. No confía en los medios de comunicación, lo que lo ha mantenido alejado de las entrevistas. Primero nos conocimos de forma virtual. De a poco se fue materializando la idea de hablar por primera vez en profundidad en una entrevista de prensa.

¿Cómo es ser hermano de “El Wally”?
Me ha hecho la vida a “cuadritos” en muchas partes. Por ejemplo, revisiones de Impuestos Internos en períodos fuera de lo normal. Problemas frente a trámites de cualquier tipo. En fin.

¿Una cierta persecución?
Desde luego, a raíz del sectarismo. Yo no puedo hacerme cargo de los problemas que pudo tener mi hermano, mi padre o qué se yo quién. ¿Cierto? Yo respondo por mí.

Y esta entrevista ¿no cree que le puede traer problemas? Porque va a salir con su nombre.
A estas alturas ya me da lo mismo. No, no me interesa. Ya me banqué todo. Ahora, lo que diré es desde es mi óptica. Yo no voy a hacer un juicio de nadie, simplemente hablar de lo que conozco.

Correcto. Partamos por el principio ¿Cuántos hermanos son?
Tres. Sergio, Roberto y yo, Luis, nacidos el año ‘37, ‘38 y el ’45.

En sus escritos leí que su padre era músico.
Profesor de la cátedra de música de la Universidad de Chile. Miembro de la orquesta Sinfónica de Chile. Fue fundador de la orquesta. Contrabajista.

¿Y su madre?
Dueña de casa y mamá. Ella es de origen británico. Nacida y traída a Chile muy pequeña porque mi abuelo fue colono de la Patagonia. Entonces tenía doble nacionalidad, británica y chilena.

¿De dónde es su núcleo familiar?
Mi madre es de Punta Arenas y mi padre de Santiago. Roberto y mi hermano mayor nacieron en Chillán debido a que en esos años aún no existía la Orquesta Sinfónica de Chile. Y mi padre, como todos los músicos, era itinerante. Donde había trabajo, iba. Por esa razón había conocido antes a mi madre, en Puerto Montt. Ella había viajado a estudiar a esa ciudad.

¿Cuáles eran las ideas políticas en su familia?
La tendencia política en ningún caso era de izquierda. Tampoco de derecha. Yo diría que más cercanos al radicalismo que al Partido Nacional.

¿Cuánto tiempo vivieron en Chillán?
Fue un período corto. Cuando llegamos a Santiago mis hermanos eran niños. Mi padre se hizo cargo del puesto en la Orquesta Sinfónica de Chile. Año ‘41 tiene que haber sido. Yo nací acá [en Santiago].

¿Dónde vivían?
En Santiago Centro. En el sector de Avenida Matta, cerca de Portugal. En una casa ubicada en calle Cuevas, entre Santa Elvira y Victoria.

Entiendo que su hermano, antes de ser agente, fue bombero.
Desde muy joven fue un gran deportista. No sé por qué razón se vinculó con alguien que era bombero e ingresó a los 15 años, absolutamente mintiendo, porque no tenía la edad, pero sí la envergadura física. Entró a la Séptima Compañía. Ahí recibió el apodo de “Loco” Fuentes, porque era un hombre completamente arriesgado al momento de enfrentar los incendios y, en general, el peligro.

¿Usted cree que a su hermano le gustaba el peligro?
En alguna medida, cuando uno hace deportes extremos se pone adicto a la adrenalina. A él le gustaba la adrenalina y a mí también. Yo también hacia montañismo y, bueno, se requiere cierto grado de coraje para enfrentar situaciones extremas. Además que él venía con el gen, porque su actividad de bombero lo había puesto en peligro muchas veces.

¿Era inquieto desde chico o es algo que se le despertó en Bomberos?
Era un hombre muy proactivo en todas sus actividades. Hablar con él alguna cosa era partir haciéndola. No había mayor trámite ni mayores reflexiones. Aunque cierto grado de reflexión tenía en el manejo del peligro. De otra forma hubiera muerto en alguna parte, en alguna montaña.

El montañista y el agente
Durante la adolescencia, “El Wally” se vinculó al montañismo. Luis detalla que uno de sus amigos más cercanos y con quien organizó el club deportivo Manke, fue el célebre escalador chileno Claudio Lucero, quien integró junto a Rodrigo Jordán el primer equipo nacional que alcanzó el Everest. Desde ahí, dice, formaron parte del Cuerpo de Socorro Andino. Añade que en los ‘60 cruzaron juntos el Campo de Hielos Sur, en una expedición que duró 45 días. Para financiar sus escaladas trabajaban en distintas labores esporádicas. Tanto le gustaba el montañismo y ser bombero, que “El Wally” terminó estudiando en horario vespertino. “En ese sentido era un poco díscolo, dejaba de lado sus estudios por irse a la montaña”, cuenta. Su padre no se lo habría recriminado. “Él daba las normas a seguir y el que no las seguía que se hiciera cargo de los resultados. A los doce o trece años manejábamos llaves de la casa, dentro de cierto rayado de cancha. Su criterio era que el hombre tenía que aprender por el error”, señala Luis.

Luis sostiene que “El Wally” hasta 1973 participó de diversos rescates, entre ellos el de los uruguayos que en 1972 sobrevivieron durante 72 días en la cordillera de Los Andes luego de estrellarse en el avión donde viajaban. Luego, ya en dictadura “El Wally” dejó el montañismo para dedicarse a su trabajo como agente de inteligencia.

¿Cómo se vinculó su hermano a la inteligencia de la FACH?
Durante la Unidad Popular la Fuerza Aérea le aplica la ley de Reclutamiento. En el ‘71 o ‘72. Y ahí él se incorpora al servicio de inteligencia de la FACH.

Respecto de ese período su hermano declaró judicialmente que “El Wally” trabajó para el laboratorio Ciba Geigy, y que ahí realizó sus primeros contactos con la FACH, dándoles información. “Se ubicó en la zona de Colchagua, porque trabajaba mucho por ahí. Era vendedor de agroquímicos para la agricultura”, redunda hoy sobre el tema.

El no contó a la justicia su vinculación directa con la FACH previa al golpe.
Tienes que ponerte en el siguiente esquema. Una persona que tiene un compromiso con la corporación no tiene por qué dar muchas explicaciones. Debe de haber dado la que le pareció más cuerda. Porque ellos están amparados por la ley.

También aparece involucrado en Patria y Libertad, previo al golpe.
Claro, desde antes del ‘73 figura como miembro de Patria y Libertad. Pero pudo perfectamente haber sido una comisión de servicio. ‘Infiltre Patria y Libertad’. Eso no lo sé yo. Yo creo pudo haber sido una comisión de servicio. Por ahí le dijeron, ‘ya entonces usted está reclutado, infiltre Patria y Libertad’.

¿Se acuerda usted quién es la gente con quien se vincula en Patria y Libertad?
No, yo no tuve ninguna relación con él en nada de eso, porque teníamos dos vidas absolutamente paralelas y modos de pensar diferentes.

¿En lo político?
En los hechos más que en lo político. Yo nunca estuve de acuerdo con lo que estaba pasando, con el exterminio de personas.

¿Y usted se daba cuenta de que eso ocurría?
¿Pero quién no se dio cuenta?

Hay mucha gente que dice que no sabía…
Pero si era obvio. Aparecía gente muerta en las calles. ¿De dónde? ¿De los árboles? Esa es la verdad. Teníamos un tema de conciencia por el que yo muchas veces lo interpelé. Él me dijo: ‘Oye, si en realidad, en lo que a nosotros concierne, no se ha ido ningún inocente’. Y entiendo que el Comando Conjunto, donde él trabajó, son 14 o 15 personas las que están en cuestionamiento.

Esas son sólo los casos de violaciones a los derechos humanos que están en procesos judiciales. Pero en los hechos son bastantes más.
Puede ser.

En los procesos judiciales del Comando Conjunto existen varios testimonios de agentes que vinculan a su hermano comandando inhumaciones y exhumaciones en la Cuesta Barriga.
Mira, puede ser. Puede ser perfectamente.

La tensión
Luis Fuentes también recuerda el período de tensión y competencia entre la DINA y el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA), donde “El Wally” participó como uno de los jefes de los grupos operativos de la Fuerza Aérea y luego del Comando Conjunto. “Mi hermano trabajó en un servicio profesional. Para mi la DINA nunca fue un servicio de inteligencia. Fueron simplemente unos exterminadores, unos asesinos. Esa es mi apreciación personal. Un servicio de inteligencia mete las manos en todas partes y nadie se da cuenta. Ahora, dentro de toda esta gestión claro que debió haber errores, como en toda actividad”, dice.

Los hombres del SIFA también torturaron…
Desde luego…

Violaron mujeres…
De eso no puedo dar fe.

Están los testimonios de las víctimas.
Pero es que los testimonios son relativos. Yo te puedo contar cualquier historia también, pero tengo que probarla. Ese es el punto.

Hay condenas.
Pero si vamos hilando fino, hay inocentes condenados.

¿Usted cree eso respecto del SIFA?
Yo creo que torturas hubo, pero de ahí a violar mujeres, a nivel de los jefes que operaron en el SIFA, yo creo que no.

¿Qué jefes?
[Edgar] Ceballos Jones y el segundo, que era mi hermano. Yo creo que si no hubiera estado gente de la estatura moral de ellos, habrían ocurrido cosas peores. Fueron dos personas que pusieron el rayado de la cancha a la gente que trabajaba ahí. Toda la izquierda furiosa dice que mi hermano era el demonio más grande del país. Y muy pocos conocen la cantidad de gente que salvaron Ceballos y mi hermano. Exiliaron gente, la metieron a las embajadas en el auto del cardenal Raúl Silva Enríquez, burlando la vigilancia que tenía el Ejército sobre las embajadas. A mi me tocó ver postales de agradecimiento que desde el exilio le envió gente a mi hermano, por haberlos sacado del país.

Está el testimonio de Ricardo Parvex con su señora, Cecilia Olmos. Ella estaba embarazada de 4 meses. Producto de las torturas, ella perdió su hijo, y fue su hermano el que la llevó al hospital.
Hay una coincidencia con lo que te estaba diciendo. Están coincidiendo dos verdades aquí.

Pero también contraponiéndose con una ferocidad, ya que ella perdió a su guagua.
Bueno, pero era un agente de seguridad. Hay que verlo desde la óptica de ellos, en un plano de guerra. Si esto no era un happy hour. Hay que ponerse en ese contexto para poder hacer un juicio. Ahora, si quieres algún día cerrar este tema como sociedad, tenemos que ser objetivos con la verdad. Asumamos las causas y veamos el efecto. Todo es parte del tema. Si no todo lo que se escriba es tiempo perdido.

¿Cómo causa se refiere al clima de odio previo?
Y era fuerte, fuertísimo. Esto partió con el gobiero de Eduardo Frei Montalva, cuando se instaura en Chile un sectarismo político que, después, se acentúa en el gobierno de Salvador Allende. Y hasta el día de hoy el que no piensa con ideas de izquierda es tildado de facho. Entonces, yo creo que por ese camino es muy poca la reconciliación que podemos lograr. Porque hay gente que no es de izquierda y que no es de derecha tampoco.

¿Y su hermano era “facho”?
No. Era antimarxista, pero en ningún caso estaba en el lado de los oligarcas, de la derecha chilena.

¿Era pinochetista?
No sé, fíjate que nunca se refirió a esos temas.

¿No hablaban de eso?
No, él era un funcionario de la FACH y se acabó el cuento. Lógicamente tenía su tema con los milicos. Ahora, como persona nunca escuché nada de eso.

Sólo era antimarxista declarado.
O sea, hagamos una aclaración, Claudio Lucero era comunista y con mi hermano eran amigos del alma. Luego, según el mismo Lucero reconoció, Roberto lo rescató de un centro de detención. Roberto no estaba contra el pensador de izquierda, nunca lo estuvo. Su trabajo era contra los extremistas de izquierda. Siempre me dijo: ‘Oye, si no andamos persiguiendo pensadores de izquierda, andamos detrás de gallos que andan metidos en el tema del terrorismo’. El fenómeno no parte el 11 de septiembre. Chile tampoco se crea el 11 de septiembre. Ahí revienta el problema. Teníamos a la fecha, dicen los expertos, 10 mil extremistas cubanos en el país. Yo no tengo por qué creerlo, pero de que había, había. Puede haber habido 3 mil o 5 mil ¿Que hacían acá? La mirada militar y la doctrina militar es bien clara al respecto. Al enemigo se le neutraliza y se le extermina. Y ese es el resultado que hemos visto, dolorosamente, en este país.

A los agentes de inteligencia y a los militares los adiestran siempre en torno al enemigo, pero normalmente se entiende como enemigo externo. No les enseñan a matar a sus compatriotas.
Por supuesto, pero eso obedece a lo mismo que te estoy diciendo, al sectarismo que había. La gente que estaba enfrentando, y quien vio este tema, lo vio simplemente como un enemigo. No pensó en que eran compatriotas.

¿Usted cree que, sumando el clima que se creó y la amenaza real que eran los miristas y comunistas, la respuesta fue desproporcionada?
Desde el punto de vista militar, obviamente había desproporción. Yo creo que perfectamente el SIFA, que eran 20 o 30 hombres, pudo haber neutralizado al MIR. No tenía por qué meterse el Ejército en este tema. Es mi opinión. Porque cuando viene el quiebre institucional, todos los guerrilleros resultaron ser de café, nadie salió a pegar un balazo, fueron muy pocos.

Quizás muchos de ellos no eran guerrilleros.
En Chile internaron armas y había cubanos. Pero a la hora de los “qiubos”, cuando hubo balazos, marcha atrás. Sí hubo algunos actos heroicos de algunos tipos que eran muy capaces en el MIR, pero fueron contados con los dedos de la mano. El resto apretó cachete, si esa es la verdad. Para qué vamos a decir de los políticos…

Su hermano y el SIFA estuvieron en guerra también con los agentes de la DINA.
Fue una guerra santa, donde se agarraron fuerte. Hay amenazas de muerte entre ellos. De hecho no sé si tú te acuerdas que por ahí el ‘Mamo Contreras’ recibió una balacera en su casa…

Eso yo lo conté en el libro La danza de los cuervos, de boca de Jorgelino Vergara, presente en la casa de Contreras al momento del atentado. Él creyó que había sido un acto del PC.
No pues, fue el Comando Conjunto. Porque estaba desapareciendo gente. Discutieron el tema y terminaron peleando. Entonces, el SIFA dijo: ‘Bueno, ya, conversemos’. Esta balacera en la casa de Contreras fue un llamado de atención respecto de que la cosa no era como la quería manejar él. Porque estaban apareciendo un montón de desaparecidos como responsabilidad del Comando [Conjunto], lo que era falso.

Las razones del crimen
Al momento de su muerte, en 1989, “El Wally” llevaba dos años retirado de la FACH. El día después de su crimen, un comunicado público de la institución dio cuenta de ello. A esa fecha, asegura Luis, la relación con Álvaro Corbalán, jefe operativo de la CNI y antes compañero de “El Wally” en el Comando Conjunto, se encontraba muerta. “Mi hermano lo amenazó de muerte”, recuerda. El motivo detrás sería el presidente de la ANEF, Tucapel Jiménez, asesinado en 1982, con un arma de “El Wally”. “El Ejército lo estaba inculpando. Era lógico. Si el arma que mata a Jiménez, era de Roberto”

Un días antes del crimen del dirigente sindical, dos agentes del DINE llegaron a la Armería Italiana, e incautaron el arma de Fuentes Morrison. René Basoa, ex jefe de inteligencia del Partido Comunista y reconvertido por “El Wally” al Comando Conjunto, recibió a los agentes y, a cambio de entregarles el arma, les pidió un recibo. “Era un revólver más bien deportivo, de tiro al blanco. Basoa se comunicó con mi hermano. Le contó y le entregó el recibo. Esto me lo contó mi propio hermano. Después de eso mataron a Basoa”, dice.

¿El Ejército entonces quería inculpar a su hermano con el arma homicida?
Claro. El DINE, Tucapel Jiménez y el arma. Era cosa de sumar un poco.

¿Y en qué terminó lo de su hermano con Corbalán? ¿Usted cree que quienes lo mataron, el FPMR-A, estaba infiltrado por Corbalán o el DINE?
Sácalo tú como conclusión periodística. Para mí la muerte de mi hermano viene por el lado CNI, DINE y Frente Manuel Rodríguez. Alguna transacción entre ellos, platas de por medio, libertades, no sé. Porque si matan a Alegría Juan Alegría Mundaca, carpintero asesinado por la CNI en 1983, para encubrir el crimen de Tucapel Jiménez, si entre comillas lo suicidan ¿no iban a matar al que le echó la “guapeada” a Corbalán, propietario del arma y que tenía el recibo? Y sabían que tenía cojones. Era capaz de agarrar el mantel y tirarlo. Entonces, mi impresión personal es esa.

Pero los autores materiales, los que se atribuyeron el crimen de su hermano, pertenecen al FPMR Autónomo.
Claro. Pero la mano negra estaba atrás. Ahora, por qué te lo digo, porque yo viví los últimos años con él, todos los días en un local que compartíamos. Él tenía una empresa de reparación de armas, en Vicuña Mackenna. Ocupaba una parte y la otra parte la ocupaba yo con una imprenta, que todavía funciona ahí. Luego de su muerte cualquier investigador va y me entrevista veinte veces. Solo vino un detective, una vez. Conversó conmigo 10 minutos y se fue.

¿Su hermano creía que lo iban a matar?
Pero es que Roberto ya era un civil más, hacía dos años que no estaba ni ahí. Me dijo: ‘Mira, a mí el Partido Comunista me va a matar una vez que me saque todo el jugo que me tiene que sacar, en ese momento tengo que preocuparme, antes no. Me van a pasear por cuanto juzgado sea posible. Conozco la inteligencia del partido’. Y se equivocó, no porque la apreciación haya sido mala, sino porque la muerte vino por otro lado. Lo mata el Frente, pero para mí en una operación que hizo el DINE con el Frente. Al Frente le convenía políticamente presentar la muerte de este torturador, y le convenía a la DINE matar al hombre que sabía el origen del arma que asesinó a Tucapel Jiménez.

¿Guarda el papel que Basoa le pasó a su hermano con la firma de los agentes de la DINE que retiraron el arma?
No. No sé dónde lo puso mi hermano.

Una fuente de tribunal me dijo que antes de que lo mataran, su hermano tenía la impresión de que lo estaban siguiendo.
Bueno, de hecho siempre anduvieron detrás de él. Mi hermano siempre vivió con precauciones. La camioneta que tenía era blindada, pero sabía cómo iba a actuar políticamente el PC.

Desde el Frente
La versión obtenida de “Pamela”, ex frentista y parte de los seguimientos previos al crimen de “El Wally”, asevera que uno de los motivos principales de esta organización para eliminarlo en 1989 fue su participación en la matanza de Corpus Christi, donde la CNI eliminó en 1987 a doce integrantes del FPMR, y al rol activo que “El Wally” tuvo en la persecución de varios frentistas.

¿Usted cree que su hermano participó en la operación de Corpus Christi?
A mí me parece que directamente no. De forma colateral puede ser, dada su condición de analista dentro del sistema.

Los agente de la CNI dicen que sí.
Bueno, pueden decir muchas cosas, si lo odiaban.

Tengo una duda. El crimen de Tucapel Jiménez fue en 1982, fecha en que usted marca el alejamiento de su hermano con la CNI, pero “El Wally” aparece vinculado a operativos de la CNI en 1983, como los crímenes de calle Fuenteovejuna y Janiqueo. Y luego en Corpus Christi en 1987.
Es probable que haya sido consultado como analista.

Según agentes de la CNI, su hermano iba bastante al cuartel Borgoño. Dicen que tenía acceso absolutamente liberado.
Tenía, como analista. Además, te estoy hablando de lo que yo logré pescar a la pasada. Yo no andaba preocupado de los temas de él.

Me llama la atención que su hermano haya sido transversal. Estuvo en el SIFA, en el Comando Conjunto, y subió muy rápido.
Claro pues, cuando tenía que mandar a la cresta, llegaba y lo hacía. Si le daba lo mismo. No andaba con paños tibios en ninguna situación. Era un gallo corajudo. Pudo haberse exiliado, haberse ido, no haber respondido nada. Y, sin embargo, se quedó aquí, y tenía muy claro que a él lo iban a matar después de que terminaran los juicios.

El crimen y el duelo
El viernes 9 de junio de 1989, pasadas las 9 de la mañana, Luis Fuentes Morrison fue uno de los primeros en llegar al estacionamiento del departamento de calle Lo Plaza donde vivía su hermano con su pareja.

¿Cómo se enteró del crimen de su hermano?
Me llamaron por teléfono. Le cerré los ojos. Hay un gallo que disparó desde arriba, que se va solo.

¿Cuántos hijos tenía su hermano?
Tres. Dos mujeres y un hombre.

¿Usted cree que, independiente de quién lo haya matado, su hermano murió en su propia ley? ¿O cree que es una injusticia?
No. Él sabía muy claro en lo que estaba metiéndose. Tenía muy claro que podía pagar la cuenta.

Desde su moral, usted dice que tenía diferencias con la forma de proceder de su hermano.
O sea, nosotros teníamos los mismos valores morales con distintas ópticas respecto del valor por la vida, en algún aspecto. Yo siempre he sido de la opinión de que desaparecer gente, tarde o temprano, iba a traer la pasada de cuenta. Se lo dije muchas veces. Y él me decía: ‘Sí, pero no me puedo salir. De aquí se sale muerto’. Si esto era una verdadera mafia del crimen, y eso mi hermano lo sabía.

Habiendo sufrido usted la muerte de su hermano ¿siente algún tipo de empatía con los familiares de detenidos desaparecidos?
Pero si yo soy una víctima más de los derechos humanos. ¿O tú crees que no me los violaron? Yo me presenté a la Comisión Rettig. Cuando di mi nombre, los tipos quedaron impresionados. Luego de unos 5 o 10 minutos me llamaron y me dijeron: ‘Señor Fuentes, vamos a acoger su reclamo. Y si no, no entro a la comisión’.

¿Recibe una pensión?
No recibo nada, ni las gracias. A mi hermano lo consideraron solo víctima de la violencia política, pero no víctima de agentes del Estado.

¿En qué medida empatiza con los familiares de detenidos desaparecidos?
A mí me afecta tanto como a ellos, porque yo también tuve el mismo problema. Sí tuve la suerte de que pudimos hacer un funeral, cosa que ellos no han podido.

¿Y qué juicio le hace a su hermano por haber participado de desapariciones, lo que genera un dolor perpetuo?
Es que tú me estas poniendo en un plano en que yo, como civil, tenga una óptica, pero visto desde el punto de vista militar, es otra cosa.

Cuénteme como civil.
Como civil no estoy de acuerdo, obvio. De hecho tuvimos conversaciones al respecto. Hacia el final él me decía: ‘Siempre tuviste razón’.

¿Cuándo se lo dijo?
Cuando ya se había retirado.

¿Usted cree que al final él se dio cuenta de eso?
Yo creo que siempre lo tuvo claro. Pero, como te digo, él me decía: “De este lugar se sale muerto”.

Inmediatamente después de su muerte ¿qué pensaba usted?
Tenía rabia, tenía temor, quería agarrar del cogote a los que lo mataron. Tuve que hacer un proceso largo para poder asimilar toda esta cuestión. O sea, bancarse el tema ¿Qué harías tú si te matan a un hermano? Tratas de ir a colgar al gallo.

¿Y cómo se conformó finalmente?
Con el tiempo. Si el tiempo todo lo cura. Se te pasa la rabia, aunque el dolor puedes tenerlo de por vida. Hoy día tal vez que me sentaría a conversar con Mauricio Hernández Norambuena [frentista líder del grupo del FPMR Autónomo que eliminó a “El Wally”].

¿Qué opinión tiene del FPMR?
Si analizas la actuación que tuvo el Frente Manuel Rodríguez, los cojones les duraron hasta el atentado a Pinochet. Las acciones posteriores ¿fueron en contra de quiénes? Civiles. Cuando a mi hermano lo matan, era un civil. Hacía dos años que estaba retirado. Cuando matan a Fontaine, lo mismo [coronel de Carabineros, implicado en el triple degollamiento de José Manuel Parada, Santiago Nattino y Manuel Guerrero, ocurrido en 1985]. O sea, asegurándose de que la institución no iba a tomar represalias. Esos eran los héroes de izquierda. ¿Por qué no asesinaron a Álvaro Corbalán, cuando fue el responsable de la matanza de Corpus Cristi? Porque era un militar en servicio activo y porque la represalia sería feroz. Además, antes de eliminar a mi hermano, el Frente habría asesinado por error a Roberto Aburto Baeza, un comerciante del sector que se parecía a mi hermano. Un hecho que por estos días se está ventilando en tribunales y que pone claramente y exactamente al FMR en el mismo nivel ocupado por los torturadores y violadores de derechos humanos a los que decían combatir y ajusticiar. Para nada heroicos, como se señala por allí en círculos izquierdistas.

Llegado 2014 ¿usted ya no siente odio?
Si me dijeran “pégale un balazo” [a Mauricio Hernández Norambuena], no se lo pego. Ese es mi sentimiento de hoy, pero un mes después le doy mil balazos, hablando francamente. Desde luego que no se olvida nunca, pero uno tiene que asumir el hecho. Es el precio que hubo que pagar de gente tanto de la izquierda como de la derecha. Es el precio del sectarismo que se impuso en Chile y, si esto no se arregla, no digo que se va a repetir la historia, pero vamos a tardar mucho en sacar la cabeza para tener una sociedad sana.

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